miércoles, 1 de febrero de 2012

Aunque Julio Iglesias diga lo contrario, la vida no sigue igual

Aunque parezca mentira, viéndonos tan acorazadas, tan oscuras y tan disciplinadas, las hormiguitas también tenemos miedo. Tememos, como todo el mundo, las catástrofes naturales, las enfermedades y la muerte; hay algunas que temen las apariciones y los fenómenos que escapan de nuestras antenas, pero lo que peor llevamos son los miedos fundados en el abuso de poder. Llevamos miles de años reclamando nuestro legítimo derecho a vivir en un hormiguero seco, caliente y protegido y otro tanto intentando recoger granito a granito los suficiente para para abastecernos en el frío invierno, por eso nos cuesta aceptar que el ser humano, después de tanta evolución neocortical, no haya llegado a entenderlo. Hemos sido gaseadas, quemadas, inundadas, bloqueadas, saqueadas y exterminadas de mil formas posibles. Aún no hemos llegado a consensuar si lo que mueve a las personas a aplastarnos con el pulgar es sadismo, inconsciencia o pura desconexión con la vida, en cualquier caso, muchas de nosotras viven el día a día en la confianza de que, en algún momento, dejarán de ser nuestros depredadores -bastante tenemos con las arañas, las lagartijas, los sapos y los osos- y aprenderán a convivir con nuestra especie. Yo disiento. Estos hombres y mujeres andan aún en un lugar de desarrollo que les impide compartir los frutos de la Tierra, aceptar el equilibrio natural y hacer de sus vidas un recorrido por el bien del hormiguero. Aún les queda mucho para llegar a ser como nosotras y todo apunta a que destruirán el planeta antes de conseguirlo. Ahora dicen que están en crisis. Cómo si alguna vez hubieran dejado de estarlo. Los poderosos reyes del hormiguero humano devoran sin cesar y no hacen crecer absolutamente nada. Ser hormiga es grandioso a la par que sencillo. Básicamente nacemos, nos relacionamos y morimos, a partir de ahí...quién sabe. Lo que sí sabemos es que ningún cambio es pequeño y que hasta la más pequeña hormiga puede mover el hormiguero. Creo que la humanidad lista lo llama el efecto mariposa. Hasta hace poco la reina era imprescindible para la vida del hormiguero, yo soy ant-agónica porque soy capaz de vivir sin reina, de elegir hormiguero y de poner mis propios huevos. No estoy sola, hay otras como yo, porque la vida cambia cuando tenemos la necesidad y el deseo de cambiarla. ¿Por qué los seres humanos siguen pensando que nada se mueve, que la guerra, la hambruna y las violencias son inevitables, que los grandes siempre aplastarán a los pequeños y que tienen que conformarse con lo que les viene impuesto? No vamos a creernos todo lo que nos dicen y todo lo que nos cantan, por eso, aunque no lo diga Julio Iglesias...la vida no puede seguir igual.

6 comentarios:

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  2. Como siempre, precisa!!!! Un beso gran ant-agónica !

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  3. Me gusta esa "ant-agónica"... me identifico con ella.
    Empatiza con mis pensamientos "rebeldes".
    En definitiva, me hace parecer mas "hormigo" que ser "humano".
    Se despide un admirador tuyo.

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  4. Gracias Manuel, de ant-bloguera a pitu-bloguero...creo que sí que estamos en sintonía...un besote

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  5. Estoy contigo, podemos cambiar la vida, cambiando nuestras propias vidas!

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