martes, 14 de febrero de 2012

Las Bienaventuranzas de las que se aman


- Bienaventuradas las que enviaron a Cupido al oculista porque ellas verán más claro.
- Bienaventuradas las que no pusieron velas a San Antonio porque ellas no se quedarán esperando.
- Bienaventuradas las que no lo dan todo para conseguir el amor porque ellas pueden amarse más a sí mismas.
- Bienaventuradas las que no creen que amor todo lo justifica porque así respetan su propia vida.
- Bienaventuradas las que confían en sí mismas porque ellas elegirán libremente.
- Bienaventuradas las que expresan sus gustos porque a ellas les será más fácil disfrutar.
-Bienaventurada las que se cuidan porque ellas serán cuidadas.
- Bienaventuradas las que celebran los 364 días que no son San Valentín porque ellas gozan del amor real.
- Bienaventuradas las que se acompañan a sí mismas porque ellas nunca se engancharán a relaciones que no les convienen.


domingo, 12 de febrero de 2012

Revirada


Aún no estoy envirada, pero estoy revirada. Familiares, conocidas, amigos y amigas sufren o convalecen. Días de fiebres altas, malestar, dolores de huesos, tos, ... Hace un par de años esos síntomas -en boca de agoreros noticieros- eran antesala de muerte probable. Los poderes públicos instigaban al consumo masivo de vacunas. El miedo a morir engripado, por la instalación en tu cuerpo de un virus que parecía más troyano que porcino, se convirtió en un temor más del repertorio humano, en aquel momento, probablemente igualado al miedo a morir en accidente de tráfico o en atentado terrorista. En esos días, ya lejanos, afortunadamente nadie a mi alrededor llegó a tener más allá de un catarro, aunque, eso sí, cada día contaminaban nuestro espíritu con el dilema vacuna sí-vacuna no y nos colocaban en la cuerda floja que supone decidir "intuitivamente" o hacer caso de la autoridad competente. La autoridad competente para demostrar que por ella no quedaba, gastó muchísimos euros en vacunas, en publicidad, en mascarillas, en guantes de látex y en líquidos antisépticos. La gente también. Hoy la inseguridad laboral cuando no la precariedad y la pobreza, el estupor ante el anillo de poder judicial, los tijeretazos a políticas sanitarias, sociales y de igualdad,... nos hacen recordar con nostalgia que hubo un tiempo en el que nuestra principal preocupación era no pillar la gripe.
Yo me reviro. Hoy ni la gripe es de clase A. Hemos pasado de la A a la Z en apenas dos años. La gripe es gripe, sin letra y la crisis es crisis, sin música. Mientras tanto se acepta -humanamente- lo que va llegando. La reforma laboral, entre otras. Los noticieros agoreros nos cuelan la crisis y nos vacunamos masivamente con altas dosis de conformismo, aceptación, renuncia y reclusión. En la próxima asamblea quincemecista habrá que invitar a la monja Teresa Folcades, grabar un video, colgarlo en youtube y tener fe. A ver si como antaño, sus convincentes palabras tienen la capacidad de hacer que nos vayamos dando cuenta de que somos responsables de nuestras propias vidas y de que digan lo que digan, el sentido crítico, el sentido común y la sana desconfianza en quienes nos gobiernan pueden detener el miedo y transformar la realidad.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Aunque Julio Iglesias diga lo contrario, la vida no sigue igual

Aunque parezca mentira, viéndonos tan acorazadas, tan oscuras y tan disciplinadas, las hormiguitas también tenemos miedo. Tememos, como todo el mundo, las catástrofes naturales, las enfermedades y la muerte; hay algunas que temen las apariciones y los fenómenos que escapan de nuestras antenas, pero lo que peor llevamos son los miedos fundados en el abuso de poder. Llevamos miles de años reclamando nuestro legítimo derecho a vivir en un hormiguero seco, caliente y protegido y otro tanto intentando recoger granito a granito los suficiente para para abastecernos en el frío invierno, por eso nos cuesta aceptar que el ser humano, después de tanta evolución neocortical, no haya llegado a entenderlo. Hemos sido gaseadas, quemadas, inundadas, bloqueadas, saqueadas y exterminadas de mil formas posibles. Aún no hemos llegado a consensuar si lo que mueve a las personas a aplastarnos con el pulgar es sadismo, inconsciencia o pura desconexión con la vida, en cualquier caso, muchas de nosotras viven el día a día en la confianza de que, en algún momento, dejarán de ser nuestros depredadores -bastante tenemos con las arañas, las lagartijas, los sapos y los osos- y aprenderán a convivir con nuestra especie. Yo disiento. Estos hombres y mujeres andan aún en un lugar de desarrollo que les impide compartir los frutos de la Tierra, aceptar el equilibrio natural y hacer de sus vidas un recorrido por el bien del hormiguero. Aún les queda mucho para llegar a ser como nosotras y todo apunta a que destruirán el planeta antes de conseguirlo. Ahora dicen que están en crisis. Cómo si alguna vez hubieran dejado de estarlo. Los poderosos reyes del hormiguero humano devoran sin cesar y no hacen crecer absolutamente nada. Ser hormiga es grandioso a la par que sencillo. Básicamente nacemos, nos relacionamos y morimos, a partir de ahí...quién sabe. Lo que sí sabemos es que ningún cambio es pequeño y que hasta la más pequeña hormiga puede mover el hormiguero. Creo que la humanidad lista lo llama el efecto mariposa. Hasta hace poco la reina era imprescindible para la vida del hormiguero, yo soy ant-agónica porque soy capaz de vivir sin reina, de elegir hormiguero y de poner mis propios huevos. No estoy sola, hay otras como yo, porque la vida cambia cuando tenemos la necesidad y el deseo de cambiarla. ¿Por qué los seres humanos siguen pensando que nada se mueve, que la guerra, la hambruna y las violencias son inevitables, que los grandes siempre aplastarán a los pequeños y que tienen que conformarse con lo que les viene impuesto? No vamos a creernos todo lo que nos dicen y todo lo que nos cantan, por eso, aunque no lo diga Julio Iglesias...la vida no puede seguir igual.